Rebajas y consumo responsable

Ayer día de Reyes empecé el blog, ya os dije que era mi autoregalo para ese día y hoy aquí en Barcelona empiezan las rebajas. Es la época del año, junto con Navidades, que más se consume y más compras innecesarias hacemos.

Compras innecesarias para nosotros, los clientes, porque los comercios basan un gran porcentaje de su facturación anual en los periodos de rebajas, tanto las de enero y febrero como las de julio y agosto. ¿Y por qué os cuento todo esto? Pues bien, ya me iréis conociendo poco a poco, pero trabajo en un comercio y trabajé bastantes años en unos grandes almacenes, aunque sobre ello os hablaré más adelante. La cuestión es que estoy más que acostumbrado a trabajar por objetivos, a tener muy marcado qué producto vender y cómo dirigir una venta hacia lo que más nos interese (no confundir lo que más nos interese con "colársela al cliente", pues no es así y dudo realmente que a un comercio real le interese ese tipo de venta). Y sí es cierto que muchas veces miramos desde el lado del vendedor lo que creemos que le puede ir mejor al cliente, es necesario aconsejar y aconsejar bien, dar un buen trato y satisfacer todas las necesidades que pudiera tener, soy defensor a ultranza, como también comprobaréis del buen hacer de un dependiente cualificado, pero no va por ahí el tema de hoy, porque no es algo que podamos controlar.

Hoy os invito a hacer una reflexión desde el lado del cliente. Llevar a preguntaros, hoy me ha pasado y seguramente me pasará a lo largo de toda la semana, si tenemos realmente una necesidad del producto que vamos a comprar y también si tenemos la urgencia de ese producto.

A las 10 de la mañana teníamos a dos parejas esperando para entrar en la tienda en la puerta antes de abrir. Y las dos parejas han comprado. Y dudo de la necesidad real de su compra, pero estaban ahí, seguros de sí mismos en la compra y seguros de que era hoy el momento de hacerla, pues más adelante igual habría menos variedad, menos producto y quizás menos satisfacción... Los comercios esto lo hacen muy bien, llevan años trabajando sus redes de marketing, potenciando las ventas cruzadas y generando deseo de posesión en el consumidor, y es lógico por su parte. Yo lo hago como trabajador.

La otra parte la tenemos nosotros como clientes, desde nuestra posición tenemos que ser capaces de sobreponernos a todas esas señales que nos envían por televisión, radio, escaparates (sí, están en todos sitios) y tratar de planificar nuestras compras. Con esto no digo que no vayamos a comprar nada o que no nos podemos dar algún capricho en algún momento, solamente que nos tenemos que parar a pensar antes de una compra y lo que realmente obtendremos de ella. Y el darse un capricho puntual no va reñido en ningún caso ni con el minimalismo ni con el consumo responsable. En mi caso particular, normalmente me pregunto:

¿Lo necesito o tengo otra opción?

¿Tengo en casa algo que ya está cumpliendo esa función?

¿Tengo espacio para guardarlo en casa?

¿Conlleva más gasto a futuro en mantenimiento?
¿Me va a satisfacer?

Si estas preguntas nos llevan a adquirir el nuevo producto, adelante. Si nos generan dudas, igual es mejor esperar 3 o 4 días y volver a ellas, por si algo ha cambiado. En mi caso no medito como tal, suelo pensar y reflexionar cuando siento que algo no va bien en algún aspecto y muchas veces, la razón para nuestras compras está en la parte emocional, en mi caso la mayoría de las veces. Otras veces podemos estar tentados por amigos, compañeros...

De esto sabe mucho Noemí, de Viviendo Consciente, y os lo explica bastante mejor en este post de su blog. Yo la sigo desde hace algún tiempo y como también iréis viendo, todos aquellos blogs a los que haga referencia irán a parar a la lista de blogs que sigo o lecturas (aún está todo por hacer aquí).

Y nada más, que espero, como todo lo que escriba, que no sólo os ayude a vosotros a pararos antes de una compra por impulso, si no también a mí y entre todos consigamos hacer un mejor uso de los recursos que tenemos.

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